Espartaco

miércoles, 15 de julio de 2009

Vuelve y diles lo que has visto aquí.

Diles que ellos enviaron contra nosotros sus cohortes y que nosotros las hemos destruido. Diles que somos esclavos, lo que ellos llmana el instrumentum vocale. La herramienta con voz.

Cuéntales lo que nuestras voces dicen.

Decimos que el mundo está harto de ellos, harto de vuetro corrompido Senado y de vuestra corrompida Roma.
El mundo está harto de la riqueza y el esplendor que vostros habéis succionado de nuestra carne y de nuestros huesos. El mundo está harto de la canción del látigo. Esa es la única canción que conocen los romanos.

Pero nosotros no queremos oír más esa canción.

Al principio, todos los hombres eran iguales y vivían en paz y compartían lo que tenían. Pero ahora hay dos clases de hombres : los amos y los esclavos. Pero hay más de los nuestros que de los vuestros, muchos más. Y somos más fuertes que vosotros, mejores que vostros.

Todo lo que es bueno en el género humano nos pertenece.

Cuidamos a nuestras mujeres y ellas permanecen a nuestro lado y nosotros combatimos junto a ellas, pero vostros convertís en prostitutas a vuestras mujeres, y a las nuestras en ganado. Nosotros lloramos cuando nos son arrebatados nuestros hijos y los ocultamos entre las ovejas con el fin de poder tenerlos un poco más con nosotros; pero vosotros criáis a vuestros hijos como si fueran ganado. Vosotros tenéis hijos con nuestras mujeres y los vendéis al mejor postor en el mercado de esclavos. Vosotros convertís a los hombres en perros y los enviáis al circo a que se depedacen para vuestro placer, y vuestras nobles damas romanas presencian cómo se matan entre ellos mientras acarician perros en la falda y los alimentan con deliciosas golosinas.

!Qué detestable pandilla sois vosotros y qué infecta mugre habéis hecho de la vida! Os habéis burlado de los sueños acariciados por el hombre, del trabajo de la mano del hombre y del sudor de la frente del hombre.

Vuestros propios ciudadanos viven ociosos y se pasan los días en el circo y la arena. Habéis desvirtuado la vida del hombre, despojándola de todo su valor. Vosotros matáis por matar, y vuestra más fina distracción es ver correr sangre. Vosotros ponéis a trabajar en las minas a pequeñas criaturas y las hacéis trabajar hasta morir. Y habéis edificado vuestra grandeza robándole al mundo entero. Bueno eso ha terminado. Dile al Senado que todo eso ha terminado.

Esta es la voz de la herramienta.

Dile a tu Senado que envíe sus ejercitos contra nosotros y que los destruiremos como hemos destruido este, y que nos armaremos con las mismas armas que vosotros envieis contra nosotros. El mundo entero oirá la voz de la herramienta; y a los esclavos del mundo les gritaremos "!Levantaos y romped vuestras cadenas!". Avanzaremos por Italia y allí donde vayamos los esclavos se nos unirán, y entonces llegará el día en que marcharemos sobre la ciudad eterna. Y entonces ya no será eterna.

Dile eso a tu Senado.

Diles que lo haremos saber cuando vayamos. Y entonces derribaremos las murallas de Roma. E iremos al edificio donde se reúne vuestro Senado y los sacaremos de sus altos y poderosos sitiales y los despojaremos de sus ropajes, de manera que queden desnudos y sean juzgados en las mismas condiciones que siempre se nos juzgó a nosotros. Pero los juzgaremos imparcialmente y les daremos una completa medida de la justicia. Cada crimen que hayan cometido les será incriminado y tendrán que rendir cuenta de todo. Diles eso, de modo que tengan tiempo de prepararse y de examinarse a sí mismos. Se les llamará a prestar declaración y nosotros tenemos recuerdos muy antiguos. Entonces, cuando se haya hecho justicia, construiremos ciudades mejores, limpias, ciudades sin muros donde la humanidad pueda vivir unida, en paz y felizmente. Ese es todo nuestro mensaje para tu Senado. Transmíteselo.
Diles que proviene de un esclavo llamado Espartaco.

Así fue como lo contó el soldado, o en forma parecida. Hacia tanto tiempo pensó Graco, y así fue como lo oyó el Senado, con los rostros como piedra.
Pero fue hace mucho tiempo. Fue hace muchísimo tiempo y casi todo ya ha sido olvidado, y las palabras de Espartaco que no fueron escritas, no existen en parte alguna salvo en el recuerdo de unos pocos hombres.
Esas palabras fueron tachadas aun de los archivos del Senado.
Y estuvo bien hecho !claro que sí! Tan bien hecho como fue el destruir los monumentos que los esclavos habían levantado y que fueron reducidos a polvo.

Howard Fast "Espartaco"

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